viernes, 16 de enero de 2009

Solo se trata de vivir....

Me ocurre que los recuerdos se me antojan acomodaditos en distintas cajas, en alguna estantería de la parte sensorial de mi cerebro...algunas de esas cajas con dibujos de corcheas y claves de sol tienen sonidos, como letras de canciones que me traen remembranzas de mi niñez, de lugares donde las escuche, de situaciones, de momentos vividos, de voces de seres queridos que no volveré a escuchar, de las canciones viejísimas de mi abuela (las canciones de un misal),una cancioncita en francés de mi abuela paterna, la voz de mi tío llamándome “flaquita”.
Otras cajas tienen imágenes, como varios dejá vu, que pasan en cintas cinematográficas ante mis ojos, mi hermana su primer día de jardín, cierta tarde con mi abuela y mi papá en San Antonio Oeste y miles de gaviotas revoleando alrededor de nuestra camioneta, el local de un taxidermista de aves que me dejo con los ojos abiertos y anonadada en mis escasos cinco años, un acantilado y una barandilla donde papá me sentó para mirar los lobos marinos sobre un acantilado y me regalo esta paranoia por las alturas que tengo hasta hoy en día, mi mamá tejiendo al crochet una frazada con rayas multicolores durante todo un invierno, sentada con nosotros frente a la chimenea, entretejiendo lana y sueños y mirando noche tras noche la familia Ingalls, los primeros pasos de mi primer y adorado sobrino, la primer noche que J durmió a mi lado, la cara de papá la última vez que lo vi.
Otra cajita de esa estantería tiene olores, y son mis recuerdos mas vívidos, sentir esos aromas siempre me transporta al pasado... el olor de la casa de mis viejos el primer día que traspasamos sus puertas, el olor de los manzanares de Río Colorado después de una lluvia, el olor del perfume de mi hermana menor cuando mi madre la bañaba, el olor de los jazmines anticipando las navidades, el olor del cuerpo de J cuando hicimos el amor por primera vez, el olor de las damas de noche que me recuerdan las tardecitas de primavera en la falda de mi abuela bajo la glorieta de su patio, el olor a césped mojado me trae a la memoria los juegos con mis hermanas, el olor a tiza y mi primer maestra... Ana, el olor del primer libro que me regalo mamá impregnado entre las hojas de “Juabiaba” de Jorge Amado.
Esta estantería se desmorona de a ratos y me siento invadida hasta la medula por mi pasado y es una experiencia maravillosa, a veces voy cazando otros momentos, olores y sonidos y los coloco cuidadosamente en sus cajas...porque se que unos años serán mi compañía, cuando llegue el tiempo de rememorar el camino transitado.

2 comentarios:

  1. La descripción de los recuerdos me a parecido preciosa, Calé.
    Por un momento me he dejado llevar por los míos y me recordaba a mi abuela.
    Precioso, me he emocionado.
    Gracias por este regalo.

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  2. Hola Cale, disculpa la demora en pasar a saludarte, cuando llegaste a mi blog, no me encontraba en mi mejor momento. Hoy estoy aquí visitándote, y deseándote lo mejor para este nuevo año.

    Me tomaré el atrevimiento de agregarte a mi lista de compañeras, espero no te moleste.

    Un gran abrazo y pasaré más frecuente.

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