viernes, 19 de marzo de 2010

Hay días grises, por más sol que brille fuera.
Días grises en que se me da por esconder la cabeza bajo la almohada y dejarla en ese hueco mullido hasta que comience a caer la tarde y el gris se torne negro, yo que suelo andar por la vida diciendo que todo se puede, a veces también tengo días grises y a veces días negros.
Días grises de llovizna en el alma, de recuerdos empapados, de sueños que nunca se concretan.
Días grises de hacer solo nada, sin ganas de nada, ni siquiera de soñar.