Sin dudas tengo maneras de pensar que se asimilan mas a una señorona de ochenta años, que a mis juveniles treinta tres, y no creo que se deba al modo en que fui educada porque mis hermanas discrepan conmigo en la mayoría de mis ideas, pero las convencionalidades, los conservadorismos van conmigo... ojo! No crean que me refiero a ideas políticas, estoy hablando de cuestiones sociales, de maneras de vivir la vida, específicamente y para ir entrando en el tema, estoy hablando de los pocos esfuerzos que hoy en día las parejas realizan en pos de amor.
Todos los días me llegan noticias de parejas que se separan y que se escudan en los más disímiles alegatos que seguro todos hemos escuchado mas de una vez, que la rutina, que el trabajo, que los problemas económicos, que los hijos que quitan tiempo, que se acabo el amor, que estamos cansados, que no congeniamos como creíamos, que él ronca mucho y que ella lo destapa, que la convivencia es difícil... y quien les dijo que iba a ser fácil? Y quien les dijo que la pasión no puede convertirse en un amor mas sosegado? Y quien les dijo que no es hermoso elegir seguirla peleando mas allá de las dificultades y descubrir que ellas los hicieron fuertes e inseparables?
Hablo de esa falta de compromiso, de ese amor licuado que ante el primer escollo se convierte en desamor...
Al principio creía que solo las parejas jóvenes caían en este constante “toco y me voy” porque no se animaban a más, pero me equivoque, cada vez gente más grande entra en el circulo.
Hay cuestiones de relación que para mí son insalvables, y eso depende de cada uno, pero me enervan los que bajan los brazos, lo que salen corriendo, los que no ponen el cuerpo y se pierden la gran oportunidad de su vida, de descubrir y ser descubierto, de reencontrase y animar la llamita, de seguir eligiendo lo mismo, y de envejecer junto a la persona que se ama con los defectos y los cansancios propios del tiempo.
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