Siempre había sido un barril de
pólvora, una mínima chispa cerca de la mecha y la reacción era casi
instantánea, solía no guardarme opiniones, ni pareceres….ir de frente y
arremeter. La vida me demostró que estar constantemente en ebullición solo
servía para estresarme, amargarme y poner mis energías en cosas vanas. Tuve que
tocar fondo, un suceso familiar me hizo recapitular la vida. Desde entonces
suelo ser totalmente sincera con las personas que amo, sigo enervándome ante
las injusticias, pero no malgasto mi tiempo, ni mi corazón en quienes no lo
valen, simplemente dejo que esas actitudes que antes me lastimaban, me
resbalen, se evaporen, se deslicen sin dejar rastro.
Que me doy cuenta de ellas, es cierto y a veces siento que me están tomando por estúpida, pero creo que ya es un problema de ellos determinar si lo soy o no. La vida es corta ( y te das cuenta de como la mal vivís en momentos limites) y en ella cada quien recibe lo que merece, y teniendo en cuenta la vara con la que midan, serán también medidos. Estar bien conmigo mismo, en paz, alegre y rodeada de las personas que amo vale sinceramente la pena.
Desde entonces, las actitudes
hipócritas, las mentiras, los chismes, las trastabilladas, los manejes, el
interés de quienes me rodean no me quitan el sueño, distinto es cuando esas
actitudes vienen de los amigos, pero los amigos no suelen hacer esas
cosas…además son tantos como los dedos de una, a lo sumo, dos manos…con el resto aprendí
que mi enojo, es pólvora gastada en chimangos.-