La vida tiene sus vueltas, parece una calesita que no para de girar, y en esa calesita los días salen disparados, el calendario pierde las hojas en cada giro acelerado, y corre el tiempo sin poder detenerse como cabalgando en ese caballito de madera recuerdo de mi niñez.
Esa sensación de giroscopio la tengo desde hace años, se me paso el tiempo cuando se me bifurcaron los caminos en la búsqueda de mis objetivos...y se me paso el turno sin lograr recibirme, y corrió en el almanaque el tiempo de ser madre por postergar la maternidad hasta el próximo escalón alcanzado, y fui dejando, atrasando, abandonando, renunciando, desistiendo, deponiendo y resignando abrazos, besos y caricias...tiempos compartidos, amigos y familia.
Y caí a la realidad cuando mi cuerpo golpeo con el fondo del pozo, cuando estuve sola en el cimiento helado y el frió y la oscuridad abonaron mis huesos, cuando el estremecimiento de perdida dejo de serlo convirtiéndose en realidad latente, cuando supe que nunca más podría reflejarme en sus ojos grises que me miraron tanto.
Entonces concebí este juramento, ante este Dios que amo y me prometí cumplirlo mas allá de saberlo difícil...no necesite escribirlo con sangre, ni clavarle a mi foto mil alfileres, me basto solamente este corazón perforado que llevo en el pecho y que late hace un mes de forma intermitente.
Prometo solemnemente
Disfrutar sin pensar de las cosas cotidianas.
No cuestionar mis decisiones pasadas (si las tome a su tiempo es porque me hicieron bien o parecieron correctas),
No vivir de recuerdos (lo que no significa olvidar mis recuerdos).
No morirme por esta enfermedad, sino darle batalla.
No quitarle tiempo a J, ni decirle que “no” constantemente ante cada demanda.
Decirles a los que amo que los amo, más allá de mis enojos pasajeros.
Tener paciencia cuando los tiempos del mundo no se adecuen a mis tiempos.
Aprender que cada paso dado forma un camino y que nada es en vano.
Acordarme de alimentar la llamita de esa pasión que se transformo en fechas, temperaturas, y momentos fértiles, cuando solo debería ser amor y ganas.
Descubrir cada día que vuelvo a elegirlo como compañero de mi vida (a pesar de ese niño que no crece nunca y me crispa los nervios, a pesar de que sea un colgado que va por esta jungla sin armadura, a pesar del desorden que impone a mi orden en cinco minutos) porque él logra que yo sonría cuando solo quiero llorar, porque es mi sostén y es mi guía, mi reparo y mi abrigo...porque lo necesito para afrontar cada día (pero sin que se entere, porque daría por tierra con mi postura de mujer autosuficiente).
Y no olvidarme jamás del otro gran hombre de mi vida, porque me dejo su carácter en los genes, su sonrisa en el alma, sus ejemplos en la forma de vivir mi vida, prometo desde hoy recordarlo con una sonrisa y enterrar mis lágrimas...
Esa sensación de giroscopio la tengo desde hace años, se me paso el tiempo cuando se me bifurcaron los caminos en la búsqueda de mis objetivos...y se me paso el turno sin lograr recibirme, y corrió en el almanaque el tiempo de ser madre por postergar la maternidad hasta el próximo escalón alcanzado, y fui dejando, atrasando, abandonando, renunciando, desistiendo, deponiendo y resignando abrazos, besos y caricias...tiempos compartidos, amigos y familia.
Y caí a la realidad cuando mi cuerpo golpeo con el fondo del pozo, cuando estuve sola en el cimiento helado y el frió y la oscuridad abonaron mis huesos, cuando el estremecimiento de perdida dejo de serlo convirtiéndose en realidad latente, cuando supe que nunca más podría reflejarme en sus ojos grises que me miraron tanto.
Entonces concebí este juramento, ante este Dios que amo y me prometí cumplirlo mas allá de saberlo difícil...no necesite escribirlo con sangre, ni clavarle a mi foto mil alfileres, me basto solamente este corazón perforado que llevo en el pecho y que late hace un mes de forma intermitente.
Prometo solemnemente
Disfrutar sin pensar de las cosas cotidianas.
No cuestionar mis decisiones pasadas (si las tome a su tiempo es porque me hicieron bien o parecieron correctas),
No vivir de recuerdos (lo que no significa olvidar mis recuerdos).
No morirme por esta enfermedad, sino darle batalla.
No quitarle tiempo a J, ni decirle que “no” constantemente ante cada demanda.
Decirles a los que amo que los amo, más allá de mis enojos pasajeros.
Tener paciencia cuando los tiempos del mundo no se adecuen a mis tiempos.
Aprender que cada paso dado forma un camino y que nada es en vano.
Acordarme de alimentar la llamita de esa pasión que se transformo en fechas, temperaturas, y momentos fértiles, cuando solo debería ser amor y ganas.
Descubrir cada día que vuelvo a elegirlo como compañero de mi vida (a pesar de ese niño que no crece nunca y me crispa los nervios, a pesar de que sea un colgado que va por esta jungla sin armadura, a pesar del desorden que impone a mi orden en cinco minutos) porque él logra que yo sonría cuando solo quiero llorar, porque es mi sostén y es mi guía, mi reparo y mi abrigo...porque lo necesito para afrontar cada día (pero sin que se entere, porque daría por tierra con mi postura de mujer autosuficiente).
Y no olvidarme jamás del otro gran hombre de mi vida, porque me dejo su carácter en los genes, su sonrisa en el alma, sus ejemplos en la forma de vivir mi vida, prometo desde hoy recordarlo con una sonrisa y enterrar mis lágrimas...
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