El fin de semana largo de Octubre emprendimos con J lo que yo llamo mi rally espiritual... que comenzó en Julio cuando descubrí las Misas del Padre Abraham en Avellaneda y prosiguió con mi 9° o 10° (no recuerdo) peregrinación a pie a Lujan.
Hacia tiempo que quería ir a conocer al Padre Ignacio Peires y como de camino nos quedaba San Nicolás de Los Arroyos quise hacerle una visita a la Virgencita del Rosario... el día amaneció lloviendo y yo ya pensaba que mi maridin iba a retroceder en los planes y aprovechar la lluvia para taparse hasta la cabeza con el acolchado y dormir a pata suelta... pero no, 1° sorpresa, salimos tempranísimo con mate y sin facturas (las panaderías estaba cerradas, aunque lo intentamos) nos conformamos con unas galletitas y a la ruta, no paraba de llover... cuando estábamos en camino ya casi llegando a San Nicolás, paramos en una estación de servicio que estaba colmada de gente que aprovechando como nosotros el fin de semana largo iban de peregrinación, compre entonces facturas y el Diario Clarín y 2° sorpresa... ahí, en la revista, estaba la nota que le habían hecho a los chicos del foro, sobre infertilidad masculina, estaba esperando que saliera hacia tiempo, pero ese día ni me acorde de eso y al abrir la revista me encontré con la foto de Roxy y su marido...
Seguía lloviendo, le dije a J te juego lo que quieras que cuando lleguemos a San Nicolás sale el sol, me miro como diciendo “estas loca” en realidad el sábado pintaba gris lluvia para todo el día... pero creo que Dios quería convencerlo o renovarle la fe porque me dibujo un sol brillante en el cielo y quito los nubarrones de lluvia no bien entrábamos a San Nicolás (yo loca???)...
Fuimos al Santuario y hicimos tres cuadras de cola para pasar frente la imagen de la madrecita, oimos misa y mi maridito, que si bien es creyente (a su manera) paradito a lado mio rezando el Padre Nuestro... ese milagro era más dificil que el Sol que me habia regalado Diosito un ratito antes. Almorzamos ahí, cerquita del Santuario , no sin antes haberme cargado un bidon de cinco litros de agua bendita...
Llegamos a Rosario un rato después, con una siesta bien Rosarina, y paseamos por la costanera hasta cerca de las cinco de la tarde cuando le dije a J que fueramos a buscar la Capilla de la Virgen de la Natividad porque no sabíamos donde se encontraba, fuimos preguntando a varias personas y logramos llegar sin habernos perdido, habia ya una cola larguísima y la misa comenzaba a las 19.30, la cola iba adelantando poco a poco a medida que dentro de la capilla se iba ubicando la gente, para las seis de la tarde estábamos sentados en el primer piso (creo que no estabamos en la Capilla, pero que por la cantidad de gente se edifico este lugar para las misas) mirando hacia el altar y rezando el rosario... aclaro... los dos.
Comienza la misa y la sensación es indescriptible, la paz con la que el padre habla, el tiempo que dedica a la consagración del cuerpo y sangre de cristo, la lectura del Santo evangelio... su explicación, todo parece suave, como un viento tibio que te mece lentamente, que te da paz, que te da calma y frena el dolor y la angustia.
Finalizada la misa el padre comienza la bendición y la imposición de manos, eran para entonces las 20:30 hs, no sé cuanta gente había, ni idea, a las 22:30 se tomo unos minutos para reponerse, me supongo que estaría cansado y media hora después volvió a pararse frente al altar, casi a las 00:30 nos piden a las personas que estábamos ubicados en el piso de arriba que descendamos y nos formemos en dos filas, como cuando se toma la comunión... llego nuestro turno, J estaba parado detrás de mi, el padre estaba haciéndole la imposición de manos a la persona que yo tenia a mi izquierda y cuando termina, sin mirarme, se gira y coloca sus manos en mi panza, a los costados, en mis ovarios y luego en mis pechos, toma después la mano de mi marido que estaba detrás, la pone sobre su corazón, luego sobre el de él, para el fin colocarle la mano sobre mi pecho, le toma la otra y se la coloca sobre mi panza, nos abraza a los dos juntando nuestras cabezas... a esa altura yo lloraba como si tuviera manantiales en los ojos, me mira y se ríe... llama a su colaboradora y le dice “hijos” y nos pasa con ella para las recomendaciones... J me dice cuando caminábamos por el pasillo lateral, mientras salíamos de la iglesia “¿qué le dijiste?” pobre, no podía creer que yo no había abierto la boca para pronunciar una sola palabra...
Eran la 1:00 de la madrugada cuando comenzamos a buscar un hotel por todo Rosario para poder alojarnos... yo ya estaba segura de que Dios y el padre Ignacio me darían mi milagrito... y mi marido un duque, un amor...en fin... Dos descreídos aprendiendo a creer